SENTADA DELANTE DE UNA TAZA DE CAFÉ
Feliz sábado a todos. Hoy os muestro mi relato "Sentada delante de una taza de café", que está incluído en mi libro "AROMAS DEL ATARDECER". Espero que sea de vuestro agrado.
SENTADA DELANTE DE UNA TAZA DE CAFÉ*
Sentada delante de una taza de café, observa como
la tarde se desliza junto a ella.
Está
lloviendo en esa
tarde en la
que desmenuza despacio su
melancolía.
La taza de café desprende su aroma, que
con intensidad, se despliega ante su olfato,
embriagándola de los recuerdos de otras tardes, de otros aromas
compartidos.
Mientras, la lluvia sigue cayendo.
Las gotas resbalan por la ventana, mojando
los vidrios que van empañándose cada vez
más.
Se levanta un momento para observar el
mundo, que a través de los cristales, aparece borroso ante ella.
Desde
su altura, ella
divisa las siluetas
humanas empequeñecidas, corriendo
deprisa algunos, cobijados bajo los paraguas otros, salteando los charcos sin
parar. Los truenos resuenan
sobre el gris
del cielo, que monótono,
se abate sobre la ciudad.
Un suspiro se escapa entonces de su boca,
unas lágrimas comienzan a aflorar
de sus ojos,
y una pena la obliga a cruzarse de brazos, como en
un último intento de controlar su corazón.
Decide
volver a sentarse
delante de su taza
de café.
Ha
dejado ya de
humear, el líquido oscuro le invita a que ella
disuelva en este un par de terrones de azúcar. Y tras contemplar que no queda ningún rastro
visible de ellos, se dispone a llevar la taza a su boca.
Pero
un relámpago inunda
de luminosidad el
salón durante unos instantes.
Y ella se
detiene, apenas la ha probado, vuelve
a colocar su taza en el plato. Y piensa…
Está
a oscuras. Sumida
en las sombras, se esconde de toda luz que le otorgue un poco de
claridad.
Desde
la lejanía del tiempo, acuden
como un asalto, los recuerdos de otras
tardes de lluvia, de otras tardes de
café, de unas risas y besos.
Risas
que quisiera volver
a oír, y que
la llenaban de alegría. Besos que quisiera volver a sentir.
La soledad se hizo su amiga cuando él se
fue.
El
desánimo le dio
la mano para convertirla en una figura lastimera.
Hay otros
momentos en su vida, que a
veces, aparecen ante ella para
rescatarla de su desencanto.
Son
aquellas otras tardes que salen a su encuentro, que la
llaman, diciéndole que escape de su íntima reclusión en la que se
oculta. Tardes llenas de
esperanza que quieren que ella
recupere un poquito
de felicidad. Tardes
que le aconsejan disfrutar de los
momentos, de la compañía, de las palabras amables y de los paisajes bellos.
— ¡Camina! —le dicen
en su vocabulario interno—. ¡Corre bajo
la lluvia!, mójate los labios con el
agua de la vida, vuelve a pasear bajo los árboles, regala tu canto a los demás.
Ella se tapa los oídos para no escuchar.
Triste y cansada, se acaba por fin la taza
de café. Se le ha quedado fría. Hasta
el azúcar que
lleva se ha teñido de amargura.
Mientras la lluvia sigue cayendo, las voces de su interior le siguen
aconsejando sin cesar:
— ¡Levántate y olvida!
* *
* * *
* *
*Esta es
la nueva versión
de mi relato “Sentada
delante de una
taza de café”, que
fue seleccionado para el libro “Certamen Relato Breve 1 Imprimatur”.
Editado en el año 2011.
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